viernes, febrero 15, 2008

Me matas…

Lloré otra vez.
La última vez que lo hice, vi nacer una bebé que no era mía. Me cuesta tanto trabajo hacerlo que me reservo las lágrimas para Navidad. Para entonces es inevitable.

Conté ovejitas.
Di vueltas y vueltas para lograr dormirme. El frío congeló mis ideas y sólo dejó libres los numeritos. Siempre que es de noche y hace frío se necesita…un café.

Comí dulces.
Más de los que hubiera podido regalar en toda una semana de Halloween. Los dulces eran agrios y creo que me sentía mejor antes de comerlos.

Sangré.
Me mordí los labios y maté mi paciencia. Caminé haciendo círculos por toda la habitación y, una vez mareada, caí sobre ellos sin saber de mí.

Observé.
Pensaba en ti y en “Cielos, como me matas!”, y vi pasar frente a mí la desgracia en la que me habías convertido. Sólo entonces decidí despertar y caí en cuenta de que…lloré.

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