Tengo una mala, muy mala, memoria a
corto plazo. Tengo que valerme de una efectiva agenda electrónica (o el teléfono
celular, en su defecto), cuyo sistema de alarma y recordatorio me mantienen al
tanto de lo que no me conviene olvidar.
El Outlook ha sido una importante
herramienta para sustituir todos aquellos coloridos post-it que decían una y
otra vez “recordar esto, recordar hacer aquello”. El problema empieza, realmente, cuando olvido
registrar el recordatorio, o lo anoto mal y no se lo que quería que me
recordara.
Pero no teman, hasta ahora todos
estos sistemas me han funcionado muy bien; así que, he de confesar que, si olvido
algo, es porque, realmente, no quería recordarlo.