viernes, septiembre 19, 2008

Desde lejos…


Era ese, sin duda, el momento perfecto. La culminación de una larga espera. Permanecieron juntos, inmóviles y callados. Se moría por saber lo que estaba pensando, pero no se atrevió a preguntarle. El silencio los hizo cómplices. Tantas cosas que pudo haberle dicho y ninguna le pareció apropiada para interrumpir aquella velada.

¿Estas Cansada? Le preguntó mostrándose interesado por su estado de ánimo; ella no hizo más que asentir – pensando que cualquier cosa que pudiera decirle en ese momento sería tan estéril como permanecer en silencio-. Inició entonces un viaje interminable apoyándose únicamente en su imaginación y el aroma que de él respiraba. Creó el escenario perfecto – aún más que el que estaba viviendo en ese momento en que se encontraba a veinte centímetros del perfil de su sonrisa y sus brazos se rozaban suavemente -.

Que torpe el destino y que destino el que me depara la vida, pensó. Y pensó más - mucho más de lo que había soñado cuando llegara un día como ese; excepto porque cuando soñaba recibía respuestas, y aquí no las tuvo -, sólo que, antes que buscar respuestas a las preguntas que tenía, prefirió regalarle una y otra, y otra de sus mejores sonrisas, de esas que ocultan el miedo y la impotencia, sin esperanza alguna de ser correspondida.

Tanto tiempo esperando por ese momento para finalmente decir nada.

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