miércoles, septiembre 30, 2009

La naturaleza del servicio…

El común denominador en las personas que solicitan algún servicio en entidades bancarias o de comunicaciones, es que todas firman el contrato sin leer las bases que aparecen al dorso en Arial 8. Pero esto no siempre es culpa del nuevo usuario, en ocasiones simplemente es porque “así es como son las cosas”.

Mi experiencia más reciente con esta clase de situaciones fue cuando solicité una cuenta de ahorro en un reconocido banco. Luego de haber firmado unas seis o siete veces, me dispuse a cumplir mi cuota de ciudadana responsable y leer el extenso contrato –que nadie lee y que ante cualquier reclamo la persona de servicio al cliente te recuerda que firmaste- antes de firmar unas tres veces más. Entendí solo una cuarta parte de lo que alcancé a leer –pues todo estaba en un lenguaje bancario muy técnico- justo antes de ser interrumpida por quien me asistía.

-¿Srta., es que acaso usted piensa leerlo completo?
- Disculpe, pero, ¿no es eso lo que se supone que haga antes de firmar?
- Sí, pero tenemos otros clientes esperando…

El derecho ajeno empieza donde termina el mío, justo antes de leer completo mi contrato de solicitud de cuenta en el cubículo de una Express Servicio al cliente (cuya rapidez, bajo cualquier otra circunstancia, no me importaría).

viernes, septiembre 25, 2009

Todavía…

Sé que pensaste que ya era el momento de irte, pero ya ves que no. Eso aumenta mi simpatía hacia San Pedro por no haberte dejado entrar. Todavía. Seguro que tiene sus propias reglas para quienes intentan llegar de manera voluntaria e inesperada.

No es tan malo ser grande. !Sonríe! Aún hay tiempo de arreglar algunas cosas.

martes, septiembre 22, 2009

En el dentista…

Una cita significa pura y simplemente que TIENES QUE IR: no existe otra explicación que te haga ver un lado positivo a una visita al dentista. De hecho, hacer la cita solo es una especie de recordatorio personal porque el sistema funciona por orden de llegada.

Llegar a la no cita supone solo dos cosas: la increíble sensación que aguarda a la satisfacción del deber cumplido y una interminable espera.

Ya es mi turno y, casi sin darme cuenta, estoy sobre el Belmont amarillo de mi risible doctor. El panorama no puede ser peor: estar acostada con más de dos aparatos en la boca, un gel con nombre impronunciable y la recomendación de uso de enjuague fluorado para evitar la desmineralización. El diagnóstico del día es estirar las bandas para corregir el Overbite. Mi saliva está flotando en el aire, y mi doctor está haciendo chistes -con frecuencia sarcásticos- esperando además que yo responda de algún modo (¿Acaso espera que me ría? ¿Humillante describiría la situación?) Tranquila Milia que todo esto es por tu bien.

El final no es nada color de rosa. Antes de irme tengo que hacer mi no cita para el próximo mes y además recibo la noticia de cuánto tendría que pagar para hacerme la cirugía de extracción de cordales (¿Extracción de cordales? ¿Será tan terrible como suena?).
Recordaba aquella cifra y se mezclaba en mi cabeza con el Overbite mientras la repetía una y otra vez en mi fuero interno. Por fin fuera del consultorio; y me descubro riéndome del chiste del Doc.

lunes, septiembre 14, 2009

Lo que me contó…

Compartimos el trayecto a nuestros respectivos lugares de trabajo y, con ello, los estragos propios de un tapón de un lunes por la mañana. Doña Evangelina me habló sobre su trabajo, el embarazo de su ahijada Laura y sobre su hijo Rafa. Me contó que este último vive en Nueva York desde hace cinco años y que trabaja como Showman, animando fiestas, muy a pesar de haberse graduado aquí en Administración de Empresas.

De haber pasado más tiempo en ese autobús, seguro ya sabría su número de seguridad social, tipo de sangre y preferencias por tragos exóticos.

No es raro en un autobús intercambiar historias con desconocidos. Desconocidos que jamás vuelves a ver y que, aunque lo hicieras, un próximo encuentro no serviría para dar seguimiento al anterior.

Pero vaya que no es tan malo: cualquier situación resulta graciosa ante la posibilidad opuesta que supone aflorar el mal humor por estar parado en un tapón cuando debería estar hace 20 minutos en el trabajo. Cualquiera, incluso la jocosidad de un programa de radio, un chofer mostrando sus aspiraciones artísticas cantando canciones de Antony Ríos o la historia de cómo Rafa se convirtió en Showman.

lunes, septiembre 07, 2009

Cruzando el abismo...

Rozaba el abismo. Sus pies se encontraban en la superficie -a escasos pasos de viajar en la profundidad donde los sonidos se pierden- pero sus pensamientos ya caían al vacío infinito.

Se condujo hasta allí a causa de un orden incorrecto de prioridades que desencadenó una serie de complicaciones médicas. De qué vale ser joven, inteligente e importante, y no emocionalmente estable, feliz.

Solo cuando le estremeció la sensación de caer, entendió que era el momento de empezar el retroceso. El momento en que muy poco importa, nada más que la familia, nada más que los amigos, nada mas que el amor.

Pero ya era tarde…aunque no lo bastante para despertar. Se escapó de la pesadilla, pero apenas respiraba sobre la camilla de un hospital con olor a alcohol disfrazado de flores secas.

Entendió y les mostró a otros que toda aquella maraña de pasar los días ahogando emociones y desgastando apariencias, por todo aquello que muchos llaman vivir, se simplifica a ser nada más que una simple ovejita y dejarse pastorear. Me enseñó a ser libre. Salvó su vida sin saber que salvaba también la mía.