Es innegable…
Mas allá de la brisita, la algarabía colectiva, las luces y adornos por doquier y la metamorfosis obligada por los cambios de temporada, es esa sensación extraña que habita en nuestro estomago - que no es ni hambre ni las clásicas maripositas del amor - lo que indudablemente indica que YA ES NAVIDAD.
Muchos le han llamado espíritu navideño; y en verdad poder nombrar esa fuerza que nos mueve estos días es realmente lo menos importante si se trata de sentirnos alegres, animados a dar sin esperar recibir y, sobretodo, a tolerar que no a todos les guste y entiendan la navidad.
Comer dulces, hacer aguinaldos, compartir un jengibre, bailar con los compañeros de trabajo, intercambiar regalos, cenar en familia, la juntadera con los amigos, o una mezcla alternativa de las anteriores, sea cual fuere la manera de celebrar la navidad (o simplemente no celebrarla), lo importante es no perder de vista su verdadero sentido y celebrar sin excesos, creando siempre un balance entre la alegría y la cordura.
No olvidemos que en enero se reinicia el conteo del reloj vital que nos marca el calendario, y ese dolor de cabeza que deja la resaca es tan terrible como comenzar el año con numeritos rojos, unas libritas de mas, o ambas. Además, nuestro país se merece una navidad con menos basura, más organizada y, sobre todo, más segura.
Que podamos nosotros cambiar el sentido de sociedad consumista y materialista, así como esa versión pagana de la navidad, por una mas espiritual que implique una verdadera renovación interna.
Mas allá de la brisita, la algarabía colectiva, las luces y adornos por doquier y la metamorfosis obligada por los cambios de temporada, es esa sensación extraña que habita en nuestro estomago - que no es ni hambre ni las clásicas maripositas del amor - lo que indudablemente indica que YA ES NAVIDAD.
Muchos le han llamado espíritu navideño; y en verdad poder nombrar esa fuerza que nos mueve estos días es realmente lo menos importante si se trata de sentirnos alegres, animados a dar sin esperar recibir y, sobretodo, a tolerar que no a todos les guste y entiendan la navidad.
Comer dulces, hacer aguinaldos, compartir un jengibre, bailar con los compañeros de trabajo, intercambiar regalos, cenar en familia, la juntadera con los amigos, o una mezcla alternativa de las anteriores, sea cual fuere la manera de celebrar la navidad (o simplemente no celebrarla), lo importante es no perder de vista su verdadero sentido y celebrar sin excesos, creando siempre un balance entre la alegría y la cordura.
No olvidemos que en enero se reinicia el conteo del reloj vital que nos marca el calendario, y ese dolor de cabeza que deja la resaca es tan terrible como comenzar el año con numeritos rojos, unas libritas de mas, o ambas. Además, nuestro país se merece una navidad con menos basura, más organizada y, sobre todo, más segura.
Que podamos nosotros cambiar el sentido de sociedad consumista y materialista, así como esa versión pagana de la navidad, por una mas espiritual que implique una verdadera renovación interna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario