El paso inmediato para evitar un encuentro de despedida es emprender la huida. Es la forma más certera de no mostrar el lado patético que culmina externando una que otra lagrimita y no pasar por la desagradable situación de ser partícipe de aquellos recuerdos cursis que se aproximan al momento de saber que serán los últimos.
Pasé toda la tarde buscando la manera de cómo faltar al encuentro de despedida por el fin de las clases, pero, no solo no se me ocurrió nada que me justificara haciéndome quedar bien, sino que, además, me di cuenta de unos cuantos puntos: primero, no importa qué tan buena sea la excusa, sigue siendo una excusa; segundo: es la última vez que vamos a estar todos juntos, si no voy, todo lo que va a pasar es que me lo voy a perder porque a nadie le importa quien falte; y tercero, aunque falte, la despedida se dará de todos modos, así que lo mejor es disfrutarla.
Siempre debe haber espacio para reunirse con los amigos, a decir adiós contando historias pasadas; y luego reencontrarse y contar la historia de la despedida. Hay que despedirse.
viernes, junio 19, 2009
Despedirse...
jueves, junio 18, 2009
Aunque no lo parezca…
No es casualidad que esté estresada. Siempre me levanto feliz, pero, además de lidiar con el tráfico –que es cada vez peor-, las incongruencias políticas y la situación económica, al llegar a la oficina tengo que poner sobre mi escritorio un letrero que diga “Favor no arruinarme el día”.
He tenido que incrementar mis sesiones diarias de meditación –entre otras cosas, para resolver un par de preguntas existenciales que surgen en el camino-, porque contar hasta diez (con ovejitas y todo), respirar profundo y repetir diecisiete veces en voz alta “todo va a estar bien, nena, todo va a estar bien” ya no es suficiente.
No importa lo que tenga que hacer; si es para impedir que me arruinen el día, lo haré; y esto incluye ponerlos a todos en mis oraciones, porque es claro que aunque no lo merezcan, son ellos quienes más lo necesitan.
miércoles, junio 17, 2009
Todo va a estar bien?
La muerte es algo para lo que nunca se está preparado, a pesar de saber que irremediablemente tiene que llegar. La universidad enseña a ser bueno en una profesión, pero no a consolar a alguien por la muerte de un tercero.
Qué decir en un momento de dolor cuando “Lo siento” no es suficiente. Las palabras de aliento alivian, pero no devuelven a la vida. Sé que llorar y superar la pérdida es más fácil cuando se está rodeado de gente que te aprecian, pero ignoro hasta qué punto es conveniente escuchar a una persona -que tal vez no entiende tu dolor- decir que “todo va a estar bien”.
Las palabras nunca serán suficientes, prefiero que un largo abrazo se deje acompañar por un profundo silencio.
PD: Aunque ya no estén, ellas te cuidaran por siempre…un silencioso abrazo.
martes, junio 16, 2009
Hoy que falto…
Con lo que estoy pensando justo ahora que mi mente está en blanco
Con una mirada que se oculta para evitar delatarme
Y con la historia que jamás, jamás, jamás escribí para ti
Te quedas sin mí…