jueves, junio 18, 2009

Aunque no lo parezca…

No es casualidad que esté estresada. Siempre me levanto feliz, pero, además de lidiar con el tráfico –que es cada vez peor-, las incongruencias políticas y la situación económica, al llegar a la oficina tengo que poner sobre mi escritorio un letrero que diga “Favor no arruinarme el día”.

He tenido que incrementar mis sesiones diarias de meditación –entre otras cosas, para resolver un par de preguntas existenciales que surgen en el camino-, porque contar hasta diez (con ovejitas y todo), respirar profundo y repetir diecisiete veces en voz alta “todo va a estar bien, nena, todo va a estar bien” ya no es suficiente.

No importa lo que tenga que hacer; si es para impedir que me arruinen el día, lo haré; y esto incluye ponerlos a todos en mis oraciones, porque es claro que aunque no lo merezcan, son ellos quienes más lo necesitan.

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