martes, abril 28, 2009

Día prodigioso 3

Llego tarde. El transito se complica cada vez mas en esta maravillosa e irrepetible media isla. Sobre mi escritorio aguardan tres diagramas adornados por un post-it rosado que dice “Urgente”. Llamo para preguntar dónde puedo depositar unos documentos y la persona al otro lado del teléfono me indica que debo seguir el pasillo principal y, una vez allí, doblar a la izquierda y entrar por la puerta que dice “No pase”… lo demás, que creo haber oído pero no escuché, supongo que lo preguntaré cuando esté allá.

Mas tarde, estoy sentada en una reunión que requiere toda mi atención, pero la verdad es que estoy pensando en cómo terminar un Post que comencé el día anterior. Salgo de la kilométrica reunión a la que entré hace como una hora y el reloj me confirma que han pasado solo 20 minutos.

La tarde transcurre lentamente mientras envío y recibo e-mails, resuelvo asuntos pendientes y avanzo otros no tan urgentes; llamadas a personas que me dejan esperando al teléfono o que me pasan una y otra vez a quien sabe cuantas extensiones que nadie contesta, y esos asuntos internos que nunca acaban.

Alzo los brazos de alegría porque terminé el último de los diagramas de esta mañana que decían “Urgente” y todo lo que recibo por respuesta es “…que tal si ahora lo hacemos en el otro programa, ese que me gusta más.”
Que alguien me traiga un café y me diga cuando se acaba este día…

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