miércoles, febrero 04, 2009

Menudo

De ahora en adelante empezaré a guardar las mentas que me regalan por si algún día me falta dinero en el supermercado; creo que es completamente justo que si una cajera me devuelve con mentas cuando no tiene cambio, entonces yo haga lo mismo y pague con ellas.

Devolver con mentas sobrevaluadas se convierte en un método absurdo e insultante en la medida en que se premedita: ¿porqué las cajeras tienen al lado de la caja una funda de mentas – de no muy buena calidad - en vez de una funda de monedas? Y, además, lo hacen sin preguntar y con tal naturalidad que no dejan ninguna opción más que aceptar “el regalo” con cortesía.

Estimo que el afán de las cajeras por “complacer” a los clientes no tiene precio, en especial si se compara con lo que se recauda si cada persona que compra deja uno o dos pesos por falta de cambio. Pero debido a que las personas que suelen reclamar sus derechos les tildan de busca-pleitos, les estaré escribiendo próximamente un artículo (los que usan – incluyéndome - el transporte público en este país saben perfectamente de qué trata) titulado “El valor del dinero”.

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