viernes, junio 06, 2008

Secretos que se vencen…

Pocas situaciones del mundo laboral suelen ser tan incomprensibles como el hecho de que los secretos tengan fecha de vencimiento.

Debe ser que la emoción de compartir con otros lo que nos ha sido confiado previamente supera por mucho el instinto de conservación de información, así que terminamos sucumbiendo ante la tentación de hacer a los demás parte de el “reducido” (momentáneamente) grupo de personas que goza del privilegio de saber lo que otros ignoran, olvidando por completo el tema de la confianza, y la madurez que supone guardar un secreto.

En este sentido, hoy es un secreto entre tu y yo; mañana lo es para ella, tu y yo, pasado mañana el secreto es entre nosotros cuatro, y algunos días después, qué más da si todos se enteran, total, ya pasó mucho tiempo. Es impresionante ver como lo que alguna vez inició como un secreto se va extendiendo prodigiosamente cual si fuesen las ramas de un árbol (tu le cuentas a tu amiga, yo a la mía, mi amiga a su amiga, y así sucesivamente), hasta llegar a convertirse al estado de secreto a voces que ya sería mas bien un rumor.

El caso es lamentable tomando en cuenta que, sin importar el tiempo que transcurra desde que se inició un secreto hasta que, sin previo consentimiento del dueño, alguien lo revela, la herida que pueda causar en éste el conocimiento público de dicha información podría durar mucho, mucho tiempo.

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