jueves, septiembre 23, 2010

Egoístas…

Te vi, pero tú no me viste; te observe mientras sonreías sin motivo aparente. Caminamos entre las aguas cálidas de un manantial desconocido. Nos sentamos sobre las rocas cansadas de impedir el inevitable paso del agua. Me tomaste de la mano bajo la sorpresa de quien abre un regalo y fue como si un sueño se realizara. Caí perdida contigo y entonces ya no pude retroceder.

Ahora eres tu quien me ve, me observas sonreír mientras las vueltas balancean mi cuerpo de un lado a otro, con tal libertad como si mis pies se hubieran desprendido del suelo y volara.

Saboreo la seguridad de tener tu cuerpo junto al mío, al ritmo del vaivén como olas. Ahora es natural el perfume de tu cuerpo, tu respiración se ha vuelto agitada, y susurras algo muy distinto al momento en que las palabras parecían salir de tu boca como trozos de un poema diciendo ¿Quieres bailar conmigo?

Cuando se cierren las puertas de la realidad y se abran las de la esperanza, con mi amor intentare pagar el tuyo.

Pudimos haber empezado por ahí, entonces no te hubiese visto, ni observado sonreír, pero de ser así, tampoco entendería esto que sentimos tu y yo, que dichosos compartimos algo que los demás no entienden.