lunes, agosto 24, 2009

Apostando a Murphy

Dicen que Un pesimista es un optimista bien informado. Y, de alguna forma, esto es ciertamente respaldado por la ya famosa Ley de Murphy:

"Si algo puede salir mal, saldrá mal"

No hay duda, en un sentido u otro, a todos nos ha pasado. Pero como bien dice el mismo Murphy:


“Sonría. Mañana puede ser peor”

miércoles, agosto 05, 2009

Pagando cuentas en el Banco de Favores

Me cuesta creer que acabé de recibir algo tan valioso del tipo mas oficialmente jodido que conozco.

Enmudezco.

Desconcertada insisto en que no lo haga, al tiempo en que pienso en todo lo que ignoro –incluso lo que algunas personas son capaces de enseñarnos- y en lo increíblemente maravilloso que resulta no tener idea de lo que sucederá en los próximos segundos que puede cambiar mi vida.

En ese momento se acaban todas mis teorías, me vuelvo pequeña ante tanta grandeza y pierdo las fuerzas que me quedaban. Me niego a recibirlo alegando que él lo necesita mas que yo, pero se aleja diciéndome: “Acaso no sale el sol para todos?”

Me desarma. No es que sea extraña esta manera de aprender una lección, es que es ésta la única que funciona. Recobro lentamente la sensibilidad ante el sentido solidario que se desprende de la entrega y el servicio a los demás, y pienso, en que ahora es mi turno de hacer lo mismo con un tercero.

lunes, agosto 03, 2009

11-18-30-03-36-14

Jamás he jugado un Loto. Me gustaría decir que al menos no uno real, pero la verdad es que ni siquiera he jugado el automático. Esto no me excluye de ser una de las tantas y tantas personas que ha soñado con ser millonario de una manera fácil y que ha planeado todo un futuro respondiendo a la pregunta de qué harías si te sacaras el Loto, pero la realidad es que ni siquiera estoy “en la tómbola”.

Un sábado cualquiera -inspirada en la numeración de un billete de quinientos pesos- hice la combinación necesaria con la que –pensé- resultaría agraciada. No conozco la primera persona que haya ganado este juego al intentarlo por primera vez, pero me sedujo la idea y creí –como todo el que juega- que yo podía ser la ganadora.

No jugué. Las razones: muchas. Incluso que ese día llovió y no me atreví a salir solo por algo tan absurdo como la idea de ganarme el Loto. Pero, por supuesto que estuve pendiente a los números que salieron ese día.

Acerté con 4 de los 6. Esto significa que tengo poco más de la mitad de la suerte que necesito, pero en este caso eso no cuenta porque es un juego. Simple: es todo o nada, ganas o pierdes.

De haber jugado ese día…nada habría pasado; excepto que ahora formaría parte del grupo que está en la tómbola. Sin embargo, no puedo evitar pensar que, tal vez, de haber realizado la jugada todo sería diferente, incluso la combinación ganadora de aquel día: pude haberlos acertado todos, o tal vez ninguno. Simple.